Joan Coscubiela | Profesor de Derecho Laboral. Facultad de Derecho de ESADE
Siempre me ha sorprendido y en ocasiones indignado la banalidad con la que algunos políticos y medios de comunicación utilizan la expresión antisistema. Con ella suelen descalificar, deslegitimar y criminalizar las acciones protagonizadas por movimientos sociales. Al hacerlo, pretenden que el concepto antisistema se identifique con el de contrario a la sociedad, y expresan una concepción muy curiosa de lo que entienden como tal.
No deja de sorprenderme que se califique de antisistema a quienes con sus acciones nos recuerdan que el derecho a la propiedad privada también tiene límites y está condicionado en su ejercicio por la exigencia de que cumpla con su función social (artículo 33 de la CE). I, en cambio, no consideran antisistema a aquellos que de manera habitual especulan con la propiedad privada del suelo o la vivienda hasta el punto de hacer inviable el derecho a una vivienda digna, reconocido por la misma Constitución en su artículo 47. Este fenómeno no es nuevo y viene de lejos.
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